El rock peruano tiene una nueva voz: Matalascallando. Se trata del proyecto musical de un músico chiclayano que reside en Portugal y que acaba de publicar su álbum debut, titulado como él mismo. Un álbum que es una declaración de principios, una carta de presentación, una muestra de su personalidad y su visión artística.
Matalascallando es un disco que nace de la necesidad de expresarse, de comunicarse, de compartir. Un disco que surge en medio de una situación excepcional, marcada por la crisis sanitaria, social y política. Un disco que refleja el estado de ánimo, las vivencias, las reflexiones de su autor. Un disco que es un testimonio, un documento, una crónica.
El disco se compone de ocho canciones que recorren diferentes estilos y tendencias dentro del rock actual. Desde el post-punk más crudo y urgente, hasta el bedroom-pop más íntimo y delicado, pasando por el indie rock más melódico y contagioso. Canciones que se caracterizan por su honestidad, su frescura, su originalidad. Canciones que se alejan de los clichés, de los estereotipos, de las modas. Canciones que tienen una identidad propia, una voz propia, una historia propia.
El disco se enriquece con la colaboración de otros músicos que aportan su sello y su experiencia a cada canción. Entre ellos destacan Andrea Cristina Micea (NINANIÑA), Gorgory, Pipo Ventura y Tomas Carvalho, que han participado en algunos de los singles que Matalascallando ha lanzado entre el 2020 y este año. El disco también tiene el apoyo del artista gráfico Huayruoz, que ha diseñado la portada y el arte del disco, basándose en la técnica del collage. El disco es así un trabajo colectivo, un trabajo en equipo, un trabajo de amigos.
Matalascallando es un disco que se disfruta de principio a fin, que se escucha con interés, con placer, con emoción. Un disco que se adapta a cada momento, a cada estado, a cada persona. Un disco que se puede escuchar en el orden que se prefiera, que se puede mezclar, que se puede reinterpretar. Un disco que se renueva, que se transforma, que se multiplica. Un disco que se vive.
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